El colombiano Jefferson Parra
es sometido a pericias psicológicas, como instancia previa a la clausura y
envío a juicio de la investigación por el asesinato de María Teresa Lobato,
cometido el 28 de abril en Toro Pozo, Salavina.
La historia que llevó al
triste fin de la joven madre se inició el 23 de abril: Esa mañana, Jefferson
Parra conoció a María Teresa Lobato. Él, trabajaba en una miniempresa dedicada
a la venta de muebles en Sumampa.
El 26 de abril el colombiano
fue a la casa de María. Hablaron casi una hora e intercambiaron números de
celular. La mujer se interesó por la compra de un mueble, pero debía entregar
de seña $ 500 que debía girarle su marido, Gustavo Cejas, desde Córdoba.
Tal cual lo acordado, el 28 de
abril Parra llegó a la casa de María.
La noche anterior, los dos
habrían intercambiado charlas de whatsapp y el colombiano asumió que ese día
habría más que palabras. Sin embargo, todo fue distinto al llegar. Nadie sabe
por qué, pero el visitante estalló de furia y asesinó a María de 18 puñaladas.
Huyó y en el monte ocultó ropa y una mochila con sangre.
El 29 de abril cayó preso,
tras negar conocer a la víctima y borrar los fogosos sms y chats por whatsapp.
Permaneció detenido casi un
mes y fue beneficiado con la excarcelación extraordinaria.
Cuando todos lo asumían libre,
el 15 de junio lo detuvo de nuevo la policía.
¿Exceso de confianza o
ingenuidad? Mantenía guardadas en su casa las zapatillas cubiertas con sangre
de María. El ADN las convirtió en pruebas incriminatorias que amenazan con la
prisión perpetua, si la defensa no logra que se reformulen los cargos, de
"femicidio" a "homicidio simple".